Mientras miraba el horizonte apagarse, o mas bien, congelarse como un témpano ausente en la distancia, te vi descender del cielo con carne de hombre trémula hacia la tierra. El asombro me invadió tan rápido como el frío en la noche oscura, pues vi el fantasma que en antaño dejo la ausencia de algo en mis venas, el vacío mas profundo del alma, la pena de muerte en mis manos.
Solo deseo mirarte, pero no se si es blasfemia o ruego. ¡Cuan dolor se halla en el aire de los años! ¡Cuan amor se conserva intacto por la sangre y la muerte!
Tu recuerdo día y noche vuelve a mi mente. Casi recuerdo el aroma de tus labios, la palidez de tu piel y el destello nocturno de tus ojos enmudecidos por el tiempo.
Recuerdo también tu sangre evaporarse en mi cuerpo como una fragancia de rosa roja o como un aliento descompuesto por la falta de vida, tu piel marchitarse por los besos secos de mis labios malditos y tu alma escaparse por los poros congelados.
Un amor de antaño se hace presente ahora con tu llegada, pero se que aun no me recuerdas, pues otro cuerpo es la dueña de tu ser, y eso me duele tanto como cuando en el pasado te perdí con un beso de puñal que atravesó tu corazón, y de paso la ilusión de vida, la ilusión de amarte, la ilusión de tenerte.
Ya antes de la media noche tu mirada se cruzo con la mía. No se como ni por que, pero me dejo inmóvil ante el odio que expresaba.
Desde entonces me vi obligada a morir para que algún día, en algún lugar me vuelvas a amar..
sábado, 24 de enero de 2009
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